Un bloqueo puede ser temporal, o convertirse en permanente.
Depende de uno, pero qué tanto depende.
Puedes leerte mil libros de autoayuda y escuchar testimonios
de como miles de personas han pasado cosas peores que la que tú estás pasando.
Pero, sino te la crees, no sirve de nada.
Romper el bloqueo, salir de ese período congelado. No era
tan fácil como yo creía. Tengo cuatro meses sin publicar un solo post.
Y no crean que no he pensado en diferentes títulos para
armar el tomo I, II y hasta el XV, pero no he podido terminar ni uno.
Una vez alguien me dijo que la mejor forma de empezar algo
nuevo, aunque suene redundante, era terminando lo que dejaste inconcluso. Desde las cosas más minúsculas hasta las más importantes.
Esa llamada que prometiste hacer, ese mail de agradecimiento que nunca
enviaste. Ese viaje por el que recolectaste mil folletos, pero por falta de
tiempo, plata o lo que fuere, nunca hiciste.
Esa persona con la que dejaste de hablar, y ya no recuerdas
por qué se pelearon. Si te pusieras a pensar en cada cosa que te prometiste
hacer. Mejor aún, que le prometiste al niño que creía que hasta lo imposible
tenía solución. Retrocede y piensa un poquito, creías que el mundo iba a estar
a tus pies y que a tus veintipocos, ya habrías logrado muchas cosas que querías.
Recuerdo que en 2do de secundaria, nos hicieron hacer un
ensayo de cómo seríamos en 10 o 15 años, no tengo idea de dónde estará, pero sí
sé que una de mis metas era haber publicado un libro…meta que todavía no
cumplo.
Dios obra de maneras misteriosas, que nosotros los
terrestres, no podemos entender del todo o casi nada.
Siempre andamos pensando en lo que no tenemos, en vez de ser
feliz con lo que si tenemos. Lo que nos falta, por algo nos falta. Y aunque no
lo crean, muchas veces es mejor. Hay que aprender a llenar el corazón con poco,
para recibir más.
Si nada te satisface, tener más, tampoco lo hará. “Un
corazón grande, se llena con muy poco”. (Antonio Porchia). No puedes vivir encerrado en la nostalgia, ni
ser una tortuguita toda la vida. Sal un poquito y mira que aunque no todo haya
salido como tú querías, muchas de las cosas que planeaste, si han pasado. De
diferentes maneras, por eso no te das cuenta.
No publicaste un libro, pero sí creaste un blog. No te
ganaste la lotería, pero si conociste a la mujer de tu vida. No llegaste a ser
millonario, pero ni toda la plata del mundo reemplazaría a la familia que
tienes.
No tuviste el trabajo de tus sueños, pero llegaste a ser
exitoso con tu propia empresa. No te casaste con el novio de toda tu vida, pero
viajaste a Cali por trabajo y terminaste enamorándote de un peruano que residía
allá.
De repente no estudiaste esa segunda carrera que querías,
pero con la que seguiste te bastó y sobró para viajar por el mundo. Saliste embarazada joven y pensaste que el mundo se iba a
derrumbar, pero ya pasaron cinco años y con dos hijas hermosas y el mejor
compañero de vida, no cambiarías eso por nada.
No tuviste un carro último modelo, pero como te divertiste
con tus patas en ese carrito que a las justas andaba solo.
Todas las veces que te caíste, solo sirvieron para
levantarte con más fuerza. Date la oportunidad de aprovechar lo que está a tus
pies.