27 enero 2011

Please Don't go...

Las despedidas no son mi fuerte, no me gustan, y no se realmente a quién podrían gustarle salvo que te despidieras de algo o alguien que ya no te sirve y que no lo necesitas contigo, pero de no ser así, el perder cosas duele, y más si de fondo escuchas en tu mente: no es más que un hasta luego, no es más que un breve adiós, nunca quizás nos volvamos a encontrar... eso te hace llorar.

Desde niños nos vamos despidiendo de cosas, comenzamos por dejar el vientre de nuestras mamás, seguimos con nuestros amados biberones, chupones. Las niñas nos vemos obligadas a dejar de jugar con nuestras barbies para que pasen a ser simples adornos o destruidas por nuestras hermanitas menores. Los niños dejan sus carritos para volverlos colección, dejan sus cards, sus juegos de play (en algunos casos no sucede) y crecen.

Dejamos el nido para pasar al colegio grande, nos despedimos de la idea de Papa Noel, del Hada de los dientes, descubrimos que la "Sirenita" y la "Cenicienta" no son reales, que no existen las brujas ni los duendes; conocemos nuevos amigos, peleamos, nos volvemos a amistar, nos enamoramos del chiquito lindo del salón, al igual que todas las niñas de la promoción, los niños hacen mil carreras para que el ganador afane a la más churra del salón.

En algunos casos, cambiamos de colegio, nos despedimos de nuestros amigos del primer colegio, conocemos a los del segundo, vivimos, lloramos, reímos, crecemos, dejamos atrás, nuestra ropa, hobbies, las colecciones de llaveros, taps, peluches, los dibujos animados, los dulces en cantidades industriales.

Los años pasan, nos damos cuenta que hemos dejado grandes amigos en el camino, amigos que se fueron a otro país a estudiar, a provincia, los reencontramos por facebook, vemos como han cambiado, conversamos y los queremos como siempre, como si el tiempo no hubiera pasado.

Dejamos nuestras casas para formar nuestras propias familias, dejamos nuestra inocencia e infancia, dejamos el país por un mejor futuro, decidimos hacer un futuro mejor sin dejar nuestro país, nos casamos, crecemos y nos despedimos de nuestros hijos.

Los tiempos ya no son como antes, cuando las mujeres tenían que despedirse de sus novios, esposos, amantes, etc que se iban a la guerra y que ellas ni siquiera sabían cuando iban a regresar, las despedidas eran realmente eso, en la mayoría de los casos sin retorno, sin poder siquiera conversar con ellos, sin mails, ni celulares, ni señales, sólo listas que indicaban quiénes seguían vivos y quiénes no. En este tema particular, los héroes que volvían de la guerra eran recibidos con besos apasionados en plenos puertos o calles, aquí es donde rescato lo más lindo de las despedidas, el reencuentro, que a veces se da y otras no, pero sí llega a darse supera las expectativas que tenemos.

Sin embargo, las despedidas que más duelen suceden cuando dejamos personas para nunca más verlas, sufrimos inmensamente pero sabemos que tenemos que despedirlas definitivamente porque están en un lugar mejor, nos reconciliamos con los que queremos, nos amistamos tácitamente con los que no queremos tanto, eso nos hace más fuertes y nos permite valorar más lo que tenemos.

El vacío que sentimos al perder algo, nos invade, pero en la mayoría de los casos, somos nosotros los que llevamos la posta, y tenemos la oportunidad de dejar ir lo que ya no está, para qué vamos a aferrarnos a lo que ya no tenemos, mejor esperemos y trabajemos por conseguir lo que sí vendrá.

Buscamos la armonía y seguimos en esta vida que nos sorprende con los giros de 360 grados que da, es increíble como de un momento a otro todo lo que está patas arriba logra encajar perfectamente como piezas de rompecabezas y cambiar para bien.

Los cambios son incomprensibles al comienzo, pero al final nos damos cuenta de que sucedieron por algo, estas señales que aparecen para que hagamos algo diferente, estos pre-destinos, tienen un fin en especial.

Después de sobrevivir a tantas despedidas descubrimos que existen para que respiremos lo nuevo, vivamos más y ganemos felicidad, así que quitémonos el miedo a dejar ir a las cosas, porque lo que estuvo, tuvo su momento y lo que estará, será mucho mejor.

4 comentarios:

  1. Siempre con optimismo, las despedidas son un nuevo nuevo empezar.

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  2. Partida

    Era tarde de aquellas frías,
    aquellas tan heladas de viento y brisa,
    aquellas que renovar en sí parecían
    un lejano amor, una sonrisa.

    En aquella alameda o pórtico oscuro
    un corazón gemía en amargura
    y una suave brisa su alegría arrancaba...

    Era tarde de aquellas frías,
    aquellas tan heladas de viento y brisa,
    aquellas que renovar en sí parecían
    un eterno adiós, una partida.

    (PD. no es de mi autoria o creacion)

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  3. El adiós no siempre es eterno, si nos vamos del mundo terrenal, nos encontraremos en el otro, almenos pensar con optimismo ayuda, si nos despedimos, nos volveremos a encontrar, y sino sucede, por algo será.
    Lindo poema, gracias.

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